martes, 26 de mayo de 2009

ASTRONOMIA Y RELIGION EN LA BABILONIA

Los babilonios estudiaron los movimientos del Sol y de la Luna para perfeccionar su calendario. Solían designar como comienzo de cada mes el día siguiente a la luna nueva, cuando aparece el primer cuarto lunar. Al principio este día se determinaba mediante la observación, pero después los babilonios trataron de calcularlo anticipadamente. Las primeras actividades astronómicas que se conocen de los Babilonios datan del siglo VIII a.C. Se conoce que midieron con precisión el mes y la revolución de los planetas. La observación más antigua de un eclipse solar procede también de los Babilonios y se remonta al 15 de junio del 763 a.C. Los babilonios calcularon la periodicidad de los eclipses, describiendo el ciclo de Saros, el cual aun hoy se utiliza. Construyeron un calendario lunar y dividieron el día en 24 horas. Finalmente nos legaron muchas de las descripciones y nombres de las constelaciones. Hacia el 400 a.C. comprobaron que los movimientos aparentes del Sol y la Luna de Oeste a Este alrededor del zodíaco no tienen una velocidad constante. Parece que estos cuerpos se mueven con velocidad creciente durante la primera mitad de cada revolución hasta un máximo absoluto y entonces su velocidad disminuye hasta el mínimo originario. Los babilonios intentaron representar este ciclo aritméticamente dando por ejemplo a la Luna una velocidad fija para su movimiento durante la mitad de su ciclo y una velocidad fija diferente para la otra mitad.

Perfeccionaron además el método matemático representando la velocidad de la Luna como un factor que aumenta linealmente del mínimo al máximo durante la mitad de su revolución y entonces desciende al mínimo al final del ciclo. Con estos cálculos los astrónomos babilonios podían predecir la luna nueva y el día en que comenzaría el nuevo mes. Como consecuencia, conocían las posiciones de la Luna y del Sol todos los días del mes. De forma parecida calculaban las posiciones planetarias, tanto en su movimiento hacia el Este como en su movimiento retrógrado. Los arqueólogos han desenterrado tablillas cuneiformes que muestran estos cálculos. Algunas de estas tablillas, que tienen su origen en las ciudades de Babilonia y Uruk, a las orillas del río Éufrates, llevan el nombre de Naburiannu (hacia 491 a.C.) o Kidinnu (hacia 379 a.C.), astrólogos que debieron ser los inventores de los sistemas de cálculo.

Babilonia, Religión de, moral, creencias sobrenaturales y prácticas rituales de los antiguos babilonios
. La cosmogonía y la cosmología de la religión babilónica que incluye dioses, demonios, cultos y sacerdotes, y enseñanzas éticas y morales, fue tomada casi por completo de los sumerios. Sin embargo, los babilonios, cuya raza étnica predominante era La amorrea, sin duda modificaron muchas de las creencias y prácticas inspiradas en los sumerios, de acuerdo a su propia herencia cultural y disposición psicológica. Sólo para citar dos ejemplos destacados, debido al gran éxito militar y la buena conducción política de los amorreos semitas, la ciudad de Babilonia se transformó en el centro religioso y cultural de toda la zona, otorgándole supremacía en el panteón babilónico al dios amorreo Marduk. Sin embargo, los teólogos babilonios consideraron necesario justificar esta elevada posición súbitamente adquirida por Marduk por medio de la ficción legal de que sus predecesores sumerios, los dioses An y Enlil, le habían traspasado oficialmente sus poderes.

Dentro del grupo de dioses babilonios más importantes, además de Marduk, figuran Ea, el dios de la sabiduría, de los hechizos y conjuros; Sin, el dios luna, cuyos templos principales estaban en Ur y Harran, dos ciudades asociadas en la Biblia con el patriarca hebreo Abraham; Samas, el dios sol y de la justicia, quien aparece representado en el Código de Hammurabi (véase Código de Hammurabi); Istar, la ambiciosa, dinámica y cruel diosa del amor y de la guerra; Adad, el dios de la tormenta, los vientos y las inundaciones; y Nabu, el hijo de Marduk, el escribano y vocero de los dioses, cuyo culto llegó a rivalizar con el de su padre en cuanto a popularidad. Además de los dioses del cielo, se hallaban los dioses de los mundos inferiores, así como una gran variedad de demonios, diablos y monstruos, quienes estaban amenazando constantemente a la humanidad y su bienestar. Había también unos pocos espíritus angelicales bondadosos.

EL PANTEON


Los babilonios tenían la concepción de un panteón formado por seres de forma humana, pero con unos poderes y una inmortalidad sobre humanos. Cada uno de ellos, a pesar de ser invisible al ojo humano, regía sobre una parte específica del cosmos, aunque fuera pequeña, y la manejaba de acuerdo con planes muy bien estudiados y leyes debidamente ordenadas. Cada uno estaba a cargo de uno de los grandes reinos del cielo, la tierra, el mar y el aire; o de uno de los mayores cuerpos astrales como el sol, la luna y los planetas; o dentro del dominio terrestre, de entidades naturales como ríos, montañas y planicies, y de entidades sociales, como ciudades y países. Incluso las herramientas y otros instrumentos tales como una piqueta, moldes de ladrillos y el arado, estaban a cargo de deidades especiales y definidas. Finalmente, cada babilonio tenía un dios personal, algo parecido a un dios ángel bueno, a quien se le rezaba y a través del que se podía lograr la salvación. Al frente de esta multitud de reyes divinos, estaba Marduk, el dios tribal amorreo, quien antes del gobierno de Hammurabi, en los siglos XVIII y XVII a.C., había tenido un papel secundario y relativamente sin importancia en la vida religiosa de la zona. De acuerdo con el poema de la mitología babilónica, conocido en la literatura universal con el nombre de Enuma elish (“Cuando en la parte superior”, sus dos palabras iniciales), a Marduk se le concedía el liderazgo del panteón y “el reinado sobre todo el Universo” como premio por haber vengado a los dioses al vencer a Tiamat, la desafiante y salvaje diosa del caos y a sus monstruosos seguidores. Después de la victoria, Marduk rediseñó el cielo y la tierra, ordenó y reguló los planetas y las estrellas, y creó la especie humana.





Dentro del grupo de dioses babilonios más importantes, además de Marduk, figuran Ea, el dios de la sabiduría, de los hechizos y conjuros; Sin, el dios luna, cuyos templos principales estaban en Ur y Harran, dos ciudades asociadas en la Biblia con el patriarca hebreo Abraham; Samas, el dios sol y de la justicia, quien aparece representado en el Código de Hammurabi (véase Código de Hammurabi); Istar, la ambiciosa, dinámica y cruel diosa del amor y de la guerra; Adad, el dios de la tormenta, los vientos y las inundaciones; y Nabu, el hijo de Marduk, el escribano y vocero de los dioses, cuyo culto llegó a rivalizar con el de su padre en cuanto a popularidad. Además de los dioses del cielo, se hallaban los dioses de los mundos inferiores, así como una gran variedad de demonios, diablos y monstruos, quienes estaban amenazando constantemente a la humanidad y su bienestar. Había también unos pocos espíritus angelicales bondadosos.

RITOS Y CULTOS

Cada una de las deidades principales tenía, en una o más ciudades de Babilonia, un gran templo en el que era adorada como dios protector. Las ciudades más grandes también contaban con muchos templos, unos suntuosos, otros humildes, dedicados a una u otra deidad; Babilonia, por ejemplo, contaba con más de 50 templos en tiempos de Caldea (siglos VIII al VI a.C.). Los servicios que se celebraban en el templo, por regla general se realizaban en patios abiertos, en los que había fuentes para la ablución y altares para los sacrificios. En la cella, o parte más íntima del templo, se encontraba la estatua de la deidad sobre un pedestal erigido en el “sancta sanctorum”, lugar especialmente sacrosanto del templo al que únicamente tenían acceso el sumo sacerdote y algún otro privilegiado miembro del clero o de la corte. En las instalaciones de los templos de las ciudades más grandes, por lo común se alzaba un zigurat o torre de plataformas, coronado por un pequeño santuario. Este santuario al parecer estaba reservado a las importantes ceremonias de matrimonio sagrado que se celebraban coincidiendo con la festividad del año nuevo.

El mantenimiento de los más grandes templos babilónicos requería de grandes sumas de dinero, fruto, en primer lugar, de regalos o de donaciones hechas por la corte y por la gente con mayor fortuna. Con el correr de los siglos, algunos de los grandes templos babilónicos acumularon tal cantidad de riquezas que se convirtieron en los dueños de enormes propiedades y empresas, en las que empleaban gran número de siervos y esclavos. Sin embargo, en un principio el templo era la sede del dios en cuyo honor estaba erigido, y en él se atendían todas sus necesidades según antiguos ritos e impresionantes ceremonias, celebradas por un numeroso clero institucionalizado. Con el paso del tiempo, en el templo se congregaban sumos sacerdotes, sacerdotes que oficiaban en los sacrificios, músicos, cantores, magos, adivinos, clarividentes, interpretadores de sueños, astrólogos, mujeres devotas, así como hieródulas (cortesanas del templo). Diariamente se ofrecían sacrificios de animales, así como ofrendas de verduras, libaciones de agua, vino y cerveza, y quema de incienso. Tanto a lo largo del año como mensualmente tenían lugar numerosos festejos, incluida una fiesta para celebrar el plenilunio. La fiesta más señalada de todas era la celebración del año nuevo en el equinoccio de primavera; se conocía con el nombre de fiesta Akitu, porque algunos de sus ritos más esotéricos se realizaban en el Akitu, el santuario de Marduk enclavado en las afueras de Babilonia. Las celebraciones duraban once días, e incluían ritos tales como los de purificación, sacrificio, propiciación, penitencia y absolución, aunque también se daban procesiones muy alegres y de mucho colorido. Culminaba con la ceremonia del matrimonio sagrado, la unión ritual del rey (representando a Marduk) con una cortesana del templo (encarnando a la novia de Marduk); la ceremonia se realizaba en el santuario que coronaba, el zigurat.

CREENCIAS


Según los documentos de la época, las creencias éticas y morales de los babilonios hacían hincapié en la bondad y la verdad, la ley y el orden, la justicia y la libertad, la sabiduría y el aprendizaje, y el valor y la lealtad. La misericordia y la compasión iban fuertemente unidas, y se les brindaba una especial compasión a las viudas, huérfanos, refugiados, a los pobres y a los oprimidos. Los actos inmorales o poco éticos eran considerados como una ofensa hacia los dioses y el orden divino, por lo que se creía que el castigo de los dioses era proporcional a la falta. Ninguno se consideraba sin pecado. Por eso ,todos los sufrimientos eran merecidos. El modo que tenían los babilonios para demostrar su insatisfacción por sus condiciones de vida, no era la discusión o la protesta, sino la súplica y el duelo, lamentándose y confesando ante su dios personal sus inevitables faltas y pecados a fin de que éste actuara como mediador suyo en la asamblea de los grandes dioses. Fue notoria la gran religiosidad de Babilonia. Sin embargo, de hecho existía el escepticismo y acaso era mucho mayor de lo que indican las fuentes.


Por ejemplo, un extenso documento literario denominado Teodicea Babilónica, trata del debate entre un escéptico y un creyente, debate en el que al final se hace necesario concluir, de forma muy obvia y con un argumento un tanto insatisfactorio, que la voluntad de los dioses es inescrutable. En otro escrito babilónico, que recoge un diálogo entre un esclavo y su amo, el tono de la conversación suena también escéptico y cínico; la visión relativista considera de antemano que todos los actos del individuo pueden ser justificados, y por lo tanto, en esencia carecen de sentido, en particular porque la muerte hace que la vida sea insignificante. Los babilonios sentían un terror espantoso a la muerte y esto era fuente de desesperación. En general creían que al morir, el espíritu incorpóreo descendía al oscuro inframundo y que la existencia humana en la sepultura era, como mucho, un reflejo desdichado y tenebroso de la vida terrenal. No existía la esperanza de una recompensa eterna para las personas honradas y con méritos; todos estaban imparcialmente destinados al inframundo. Considerando esto, no es de extrañar que la obra de la literatura babilónica más popular, dramática y creativa, sea el Poema de Gilgamesh, obra que se centra en una angustiosa e inútil búsqueda de la eternidad.

LA ASTRONOMIA EN OTRAS CULTURAS




Estudios realizados por paleontólogos y antropólogos en diferentes tribus parecen demostrar la necesidad de las sociedades por guardar un registro de los sucesos del firmamento, a fín de obtener conocimiento acerca de sucesos tales como las estaciones de migración de las aves, la recursión de los períodos menstruales o la necesidad de orientación. Se han encontrado cientos de rudimentarios calendarios, con una antiguedad de unos 30.000 años, en lugares tan distantes como América, África, Europa o el extremo oriente. Mientras las astronomías europeas y árabes evolucionaban léntamente, en otros remotos lugares lo hacia de diversas formas. Sin conocimiento mútuo y, por lo tanto, sin comunicación, la astronomía de esas culturas tuvo un desarrollo distinto del occidental, en la mayoria de los casos totalmente ligada a la religión y puesta al servicio de reyes, emperadores, magos y sacerdotes.

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